Me gusta la definición de intuición que dice que la intuición es “aquello que no sabes cómo lo sabes, pero sabes que lo sabes.”
Partiendo de esa premisa, la comunicación intuitiva es el proceso de captación de información, pero no a través de la vía más analítica o directa de nuestro cerebro, sino a través de un sistema lateral conocido como periférico o heurístico. Este canal almacena la información que procede del exterior basándonos en nuestras experiencias, pero de una manera más inconsciente y silenciosa.
Implica, por lo tanto, una capacidad de comunicarnos y recibir estímulos en planos más sutiles: analizamos los tonos, micro gestos y demás inputs externos, y les damos un sentido y conexión, pero no de manera tan racional. Esas respuestas suelen estar muy poco al alcance de nuestro consciente, y es nuestro inconsciente quien sí las detecta.
Actuar desde la intuición requiere experiencia, años de irnos topando con situaciones y personas que a través del ensayo y el prueba-error van nutriendo nuestro "sistema guía". Pero eso sí: una vez acumulamos suficiente experiencia, nuestra cabeza y cuerpo ya cuentan con unos patrones que nos ayudan a tomar decisiones rápidamente.
Por eso en ocasiones, cuando nos enfrentamos a según qué situaciones, sentimos que tenemos una respuesta rápida, aunque no sepamos por qué. La información llega a nosotros en muy pocos segundos, de manera casi automática. A veces no hacemos caso a ese impulso o “corazonada”, y es bueno saber que aunque no siempre validemos esa información, a menudo procede de nuestros juicios o sesgos cognitivos, pero muchas otras viene de ese sistema periférico, de la información del subconsciente que no ha sido racionalizada.
Así, en las clases de comunicación y oratoria, a menudo no enseñamos nuevos conceptos. Lo que hacemos es recuperar una competencia inconsciente (algo que hacemos sin saber cómo, o sin saber siquiera que lo hacemos) y la volvemos consciente.
Es decir, analizamos nuestro entorno, estilo, pensamientos y experiencia para recordar que a menudo ya sabemos lo que sabemos, pero no nos acordamos.